domingo, 28 de marzo de 2010

LOS SEVEROS. EL DOMINADO

1.LOS SEVEROS

El Imperio comenzó a resquebrajarse por su parte oriental a finales del sigo II d.C. . Las legiones destacadas en Iliria decidieron pasar a la acción y, tras la muerte de Cómodo, proclamaron emperador a Septimio Severo.

· Lucio Septimio Severo nació el 11 de abril de 146 en Leptis Magna a unos 100 km al sureste de Cartago en la costa norte de la provincia de África. Su familia pertenecía a la nobleza fenicia.
En 172 fue nombrado senador probablemente por el emperador Marco Aurelio. En 190 consiguió el puesto de cónsul. Al año siguiente Cómodo le asignó el comando de las legiones en Panonia. Tras el asesinato de Pertinax en 193 estas legiones le proclamaron emperador. En seguida se puso en marcha hacia Italia para ocupar Roma sin encontrar resistencia,[1] aunque no fue hasta 197 que pudo eliminar a los otros rivales por el trono, tras vencer en la que resultaría ser la mayor y más cruel batalla entre ejércitos romanos (la Batalla de Lugdunum o B. de Lyon). Con su triunfo restableció la unidad territorial del imperio.
Aunque sus ansias de poder convirtieron a Roma en una dictadura militar, Septimio Severo era muy popular entre la población. Restableció la moral romana tras los años decadentes del gobierno de Cómodo y consiguió limitar la corrupción. Al volver de su victoria sobre los partos levantó un arco de triunfo que lleva su nombre.
En los últimos años Septimio Severo tenía que luchar contra los ataques de los bárbaros que ponían en peligro la integridad territorial del imperio. Sobre todo tenía problemas con levantamientos en Britania. Por esto mandó renovar el limes de Adriano antes de morir finalmente el 4 de febrero de 211 en York.
· Marco Aurelio Antonino Basiano nació en Lugdunum (actual Lyon) en 186. El nombre de "Caracalla" hace referencia a una tunica de origen galo"caracallus" que solía llevar este emperador.
Era hijo de Septimio Severo y de Iulia Domna. La descripción del joven Caracalla como respetuoso y amable contrasta con su descripción que recibe más tarde como emperador. Tras la subida de su padre al trono y con la edad de tan sólo 7 años es nombrado "César" y por lo tanto sucesor cambiendo su nombre por el de Marco Aurelio Antonino. En 198 le asciende a augusto y por lo tanto formalmente a co-emperador. En el año 209 se incorporó como tercer co-emperador su hermano Geta.
Tras salir de Roma donde la población le odiaba tras las ejecuciones masivas, Caracalla emprendió un viaje a Germania. En esta época empezó a confraternizar con sus legionarios, abandonando todo lujo. Según algunas fuentes incluso se molió su propio trigo.
A posteriori empezó sus campañas en el este. En Grecia descubrió su devoción por Alejandro Magno y comenzó a imitarle. En mayo 215 levantó su campamento en Alejandría y visitó la tumba de su ídolo.
Luego preparó una campaña contra los Partos y aprovechando una guerra civil en el país vecino consiguió una victoria en este frente.
Sin embargo el odio hacia él había fomentado una conspiración en su propio ejército con el prefecto de los pretorianos, Macrino, como cabeza. Caracalla fue asesinado en su marcha hacia la ciudad mesopotamia de Carrhae por el co-conspirador Iulius Martialis.
· Heliogábalo (218222)
Nacido como Vario Avito Bassiano el 16 de mayo de 205, y conocido más tarde como M. Aurelio Antonio, fue nombrado a temprana edad sacerdote del dios Sol, o Heliogábalo, representado por un falo; éste es el nombre por el que lo conocen los historiadores (aunque a veces se escribe «Elagabal»). Fue proclamado emperador por las tropas de Emesa, su ciudad natal, que fueron instigadas a ello por la abuela, Julia Mesa. Ella extendió el rumor de que Heliogábalo era hijo secreto de Caracalla. Esta revuelta se propagó por todo el ejército de Siria (que, por entonces, se hallaba engrosado con las tropas reclutadas por Caracalla, y no completamente leal a Macrino), y al final acabaron venciendo en la corta lucha por el Imperio que siguió a la derrota de Macrino en la batalla a las afueras de Antioquía. Elagabal fue aceptado entonces por el Senado, y comenzó la lenta travesía hasta Roma.
Su reinado en Roma fue famoso por sus excentricidades, aunque las fuentes históricas son pocas y en muchos casos no completamente ciertas. Se dijo de él que había cubierto invitados en un banquete con una inundación de pétalos de rosas; que se casó con su amante varón —que era conocido como el «marido de la Emperatriz»— y también con una virgen vestal. Algunos dicen que era transexual, y un antiguo texto sostiene que ofreció la mitad del Imperio al médico que pudiese proporcionarle genitales femeninos.
El devenir del Imperio en este tiempo fue dejado en manos de su abuela y su madre Julia Soemia. Viendo que la excéntrica conducta de su nieto podría significar su salida del poder, Julia Maesa persuadió a Heliogábalo de que aceptara como César (y por tanto emperador en potencia) a su primo Alejandro Severo. Sin embargo, Alejandro era popular en el ejército, que veía a su emperador con desagrado; cuando Elagabal, celoso de su popularidad, retiró a su primo el título, la enfurecida guardia pretoriana le juró lealtad. El emperador tuvo que suplicar por su vida, y esta humillación no le dio resultado mucho tiempo.
El 6 de marzo de 222, llegó el rumor a las tropas de la ciudad de que Alejandro había sido asesinado. Heliogábalo y su madre fueron sacados por la fuerza del palacio, asesinados y arrojados a las aguas del Tíber por la guardia pretoriana, que proclamó Augusto a Alejandro Severo.
· Marco Aurelio Severo Alejandro, conocido como Alejandro Severo, nació el 1 de octubre de 208 en la ciudad fenicia de Arca Cesarea, en la actual Siria. Era hijo de Gessius Marcianus y de Julia Mamea y nieto de Julia Mesa. Su nombre era, inicialmente, el de Alejandro Basiano.
Apercibidas su abuela y su madre de que Heliogábalo perdía el apoyo popular y militar debido a sus excesos y extravagancias, prepararon, con gran esmero, al joven Alejandro para que fuera el sucesor al trono. Se le instruyó en todas las artes, derecho y ejército. Consiguieron que Heliogábalo lo adoptara el 16 de junio de 221 d.C. y le nombrara César como su sucesor legítimo. A partir de este momento cambió su nombre por el de Severo Alejandro. Cuando llegó a emperador se le otorgaron los títulos de Augusto y Pater Patria.
Tras el asesinato de Heliogábalo en 222 y gracias a las acciones propagandísticas de su madre y de su abuela, tanto el senado como el pueblo desearon ver al joven Alejandro en el trono. En ese momento contaba 13 años. Fue proclamado César el 13 de marzo de 222, tan sólo 2 días después de la muerte de su predecesor. El gobierno quedó, en gran parte, en manos de su madre y, especialmente, en las de su abuela que se convirtió en la auténtica gobernante en la sombra.
Ambas se dedicaron, de inmediato, y ayudadas por determinados círculos del senado, a sanear las finanzas que habían quedado arruinadas por el antecesor y establecieron un sistema de pagas para el aparato de funcionarios del imperio. Además se empezó a reformar el sistema jurídico. A Alejandro, los recortes en el presupuesto militar, le costaron antipatías en el ejército.
Durante el mandato de Alejandro los sasánidas empezaron a establecer su nuevo imperio sustituyendo a los partos en la frontera este del imperio romano. Sus tendencias expansivas amenazaron también al imperio romano y a partir de 230 atacaron las provincias de mesopotamia pasando el Eufrates. Alejandro reunió un ejército para empezar su campaña militar en 231. Las pérdidas eran enormes para ambas partes, por tanto, Ardacher I, rey de los sasánidas, decidió retirarse de las provincias recién conquistadas. Alejandro consideró este acontecimiento como una victoria y lo celebró con una marcha triunfal el 25 de septiembre de 233.
Un año más tarde, los germanos amenazaron las fronteras al norte del imperio. Alejandro se aproximó con sus tropas. Para ganar tiempo, envió regalos a los enemigos, hecho visto como ofensa por sus propios soldados que habían sufrido los recortes en los gastos militares. En un campamento, cerca de Maguncia, se produjo un motín entre los soldados y asesinaron a Alejandro Severo y a su madre y proclamaron a Maximino el Tracio como emperador. Cuando fue asesinado, Alejandro tenía 26 años.



2. El DOMINADO

El Dominado (284 d.C. - 565 d.C.) fue la despótica última de las dos fases de gobierno en el antiguo Imperio romano entre su establecimiento e 27 a. C. y la fecha formal del colapso del Imperio de Occidente, en 476. En el año 235 d.C. muere el último emperador de la dinastía de los severos, la cual había mantenido el orden, una relativa paz y el esquema del Imperio romano. Tras esta muerte se inicia un periodo caracterizado por la anarquía militar.
En el siglo III d.C. todos los pueblos dominados por los romanos están en revuelta permanente contra Roma, sobre todo en Oriente (persas), aunque también en Occidente (germanos).
Durante los 50 años siguientes el ejército tiene cada vez más protagonismo a la hora de tomar decisiones y de elegir los emperadores, lo cual será un elemento desestabilizador. Durante esos 50 años se suceden más de 20 emperadores.
En el año 212 d.C. el emperador Antonino Caracalla concede la ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio romano, lo que crea una pérdida de los valores y tradiciones más antiguos.
La palabra deriva del Latín dominus, que significa señor o dueño, como un propietario frente a su esclavo — esto había sido usado servilmente para dirigirse a los emperadores desde la época Julio-Claudia en adelante, pero nunca como un título — a Tiberio en particular se le conoce por haberlo vilipendiado abiertamente. Se hizo común con Diocleciano, que es por tanto el lógico elegido para encabezar la lista de gobernantes del dominado temprano. Es en esta época también que aparecen sobre las monedas y demás piezas, y la titulación imperial, las palabras Dominus noster, "nuestro señor".
La primera fase del gobierno imperial, conocida como el Principado, cuando las formalidades de la nunca constitucionalmente abolida República eran todavía la imagen políticamente correcta, también suele concluirse con la llegada de la Crisis del siglo III de 235284, que concluyó a su vez cuando Diocleciano se convirtió en Emperador. Cambiando el concepto de emperador de las formalidades republicanas de los primeros tres siglos del Imperio, Diocleciano introdujo un nuevo sistema de reinado de una coalición de cuatro personas, la Tetrarquía, y él y sus colegas y sucesores (en dos territorios imperiales, Oriente y Occidente, y no cuatro) eligieron dejar de usar el título princeps, además de manifestar abiertamente la cruda realidad del poder imperial y adoptar un estilo de gobierno helenístico, más influenciado por la veneración de las deidades orientales del antiguo Egipto y el Imperio persa que por la tradición de cooperación civil entre la clase gobernante transmitida desde la República Romana.
Se puede argumentar que más crucial que el título escogido fue la anterior adopción del estatus divino como divus, originalmente un honor póstumo excepcional reconocido por el Senado, y más tarde entregado al emperador en vida (y a otros miembros de su familia), convirtiéndose en un privilegio no escrito de la corona.
Otro claro síntoma del elevado estatus imperial fue que éste llegó a encarnar la noción (abstracta durante la República) de la majestad de Roma, así que cualquier crimen contra ésta podía ser castigado como si se tratara de alta traición.
Los historiadores contemporáneos rechazan la interpretación de una transición del Principado al Dominado tan claramente ocurrida; más bien la tildan de una transformación más sutil y gradual, en la cual las reformas de Diocleciano en el oficio imperial, aunque significativas, son sólo un punto de una larga lista. Sin embargo, la distinción entre las dos fases principales del gobierno imperial se antoja importante y útil.

Javi y Miguel

sábado, 27 de marzo de 2010

LA DINASTÍA JULIO-CLAUDIA

Augusto murió en el año 14 d. C. después de gobernar a Roma por más de cuarenta años. Como su salud era precaria y sufría mu­chas enfermedades, Augusto siempre tuvo la precaución de mantener a su lado a alguna persona a quien trataba como heredero. El primero de ellos fue su sobrino Marcelo, que se casó con la hija del Emperador, Julia; pero era un joven enfermizo y murió en el año 23 a. C. Su segundo heredero fue Agripa, que también se casó con Julia a la muerte de Marcelo. Agripa cedió el sitio a Gayo y a Lucio, los hijos que tuvo con Julia. Pero también éstos murieron jóvenes. Augusto se vio obligado a adoptar, contra su voluntad y por influencia de su esposa Livia, a Tiberio Claudio Nerón, el hijo que Livia había tenido con su primer esposo. Su hermano, Druso, había dejado un hijo, Germánico, un joven de gran por­venir, que Tiberio adoptó a petición de Augusto. De esta manera, el Emperador trataba de procurar que a la muerte de Tiberio la sucesión no pasara a su hijo, Druso, sino a Germánico.
La autoridad personal de Augusto, unida al sentimiento uni­versal de que la existencia del principado era indispensable para el mantenimiento de la paz y el orden, fueron los factores esen­ciales que permitieron a Tiberio encargarse del poder sin resisten­cia alguna. El ejército lo reconoció como Emperador y le juró obediencia inmediatamente después de la muerte de Augusto. Más tarde, el Senado le confirió todos los poderes especiales que habían hecho de Augusto el señor del Estado. A partir de ese momento hasta el suicidio de Nerón, el trono fue ocupado por miembros de la casa Claudia; los dos primeros fueron adoptados por los Julios.
Las condiciones en que vivieron los sucesores de Augusto no fueron favorables. Todos comprendieron que gobernaban por ser los herederos de Augusto, y no a causa de sus propios méritos o por servicios prestados al país.



Tiberio
era un competente general del antiguo tino romano, estricto, metódico y sinceramente entregado a su país. Las mismas virtudes mostró como estadista y gobernante. Pero carecía de la energía creadora que inspiraba todos los actos de su predecesor. Tampoco poseía ese notable don de Augusto para entenderse con otros hombres, fascinarlos, lograr que le sirvieran y escoger con acierto las cabezas más claras para su servicio. Tiberio estaba ya amargado y deprimido por la fría hosti­lidad de Augusto y se encontró, desde el comienzo mismo de su reinado, en una situación muy embarazosa. A su lado se alzaba la imponente figura de Livia, la viuda de Augusto, a la que él debía su ascenso al poder. La mayoría de los que habían ocupado cargos importantes en el reinado anterior y muchos aristócratas romanos le eran hostiles. Les desagradaba su orgullo, su reserva y su frialdad, y se negaban a reconocerle el derecho a gobernar. La oposición sabía que Tiberio no estaba muy dispuesto a relegar a su propio hijo, Druso en favor de Germánico, a quien se había visto obligado a adoptar y, por eso, sus oponentes elogiaban a Germánico, general eminente, hasta hacer de él un ser casi sobre­humano. La vida en la corte se hizo casi irrespirable cuando Ger­mánico murió en Oriente, a donde le habían enviado como gober­nador. Es muy probable que muriera de muerte natural, pero tal tipo de muerte en un joven era increíble para esa generación. La esposa y los hijos de Germánico, así como el pueblo de Roma, estaban convencidos de que había sido víctima de un crimen ma­quinado por Tiberio y Livia.
No es, pues, sorprendente que Tiberio se fuera de Roma, en donde estaba rodeado de intrigas y odios, y que instalara su residencia en Capri. Desde allí, trató de gobernar el Imperio. El único hombre en que confiaba era Seyano. prefecto de la guardia pretoriana. Lo dejó en Roma como representante suyo y lo auto­rizó para que instalara sus hombres en cuarteles situados en uno de los arrabales, a fin de asegurar su posición. De este modo, Se­yano se convirtió en gobernante virtual de la ciudad. Entretanto, como cosa normal, continuaron sin interrupción las intrigas pala­ciegas y la rivalidad entre los parientes de Druso y de Germánico, hasta que Seyano decidió aprovechar esas querellas para satisfacer sus propias ambiciones. Esperaba suceder a Tiberio. Una serie de oscuros y horribles crímenes tuvieron lugar: la muerte de Druso, envenenado por su esposa, a quien Seyano había seducido; el aniquilamiento de los hijos de Agripina, uno tras otro: el des­tierro y muerte de la propia Agripina: por último, el descubri­miento de que Seyano estaba conspirando contra el Emperador, su ejecución y el subsiguiente período de confusión y horror que arrastró por igual a culpables e inocentes.

Calígula sucedió a Tiberio y reinó desde el año 37 al 41 d. C. Hijo de Germánico, se había criado en un constante temor por su vida, rodeado de intrigas palaciegas y en compañía de príncipes helenísticos, jóvenes y corrompidos, que residían en Roma como rehenes o para hacer valer sus aspiraciones a algunos de los tronos de Oriente. Como sobrevivió a todos sus hermanos, Calígula fue el único miembro (por adopción) de la familia Julia que quedaba vivo a la muerte de Tiberio. El ascenso al trono trastornó su ca­beza, que ya era bastante débil de por sí. Su breve reinado dio pruebas definitivas de su desequilibrio mental. El loco Calígula vivía en constante temor de las conspiracio­nes y destruyó sin merced a todos los que él temía. Fue tan lejos en sus decisiones que el pueblo romano llegó a sentir una verda­dera repugnancia por él. Exigía honores divinos y no solo se declaraba princeps, es decir primer ciudadano de Roma sino "señor y dios" (dominas et deus); además, despertó la cólera popular cuando introdujo en la corte costumbres orientales. Calígula mantuvo relaciones públicas con sus propias hermanas y proclamó a una de ellas esposa y dio­sa. No es, pues, de extrañar que pronto cayera víctima de una conspiración de los oficiales de la guardia pretoriana.

Claudio sucedió a su sobrino Calígula y reinó desde el 41 al 54 d. C; su padre Druso, hermano de Tiberio, murió durante el reinado de Augusto. Nunca perteneció a la familia Julia y no esperaba subir al trono. Pero cuando unos pocos conspiradores acabaron violentamente con Calígula, la guardia pretoriana proclamó Emperador a Claudio, a falta de otro mejor. Sus actos mostraron el sentido de deber y el tradicional patriotismo do la familia Claudia, pero, débil de cuerpo y de espíritu, pronto se con­virtió en un simple instrumento de sus esposas, Mesalina y Agripina, y de sus libertos. La misma atmósfera rodeaba a Claudio. Durante los cinco primeros años de su reinado solo fue un mero muñeco, al menos en sus relaciones con la aristocracia romana, manejado por Mesalina, su frívola y corrompida esposa. Sus libertos favoritos se oponían a Mesalina con todas sus fuerzas. Aterrorizado por el espectro de la conspiración y ante el temor de que Mesalina pusiera en el trono a Silio, uno de sus amantes, Claudio, presionado por sus libertos, consintió en dar muerte a Mesalina. Pero de inmediato pasó a ser otra vez un muñeco en manos de otra mujer imperiosa, su sobrina Agripina, cuya única razón para casarse con Claudio fue la de acabar con la vida de éste y poner en el trono vacante a su propio hijo, Nerón.


Nerón, el último emperador emparentado con Augusto, reinó desde el 54 al 68 d. C. Su madre fue Agripina, hija de Germánico y segunda esposa de Claudio. Nerón era hijo de aquella y fruto de su primer matrimonio con Cneo Domicio Ahenobarbo. Tenía grandes dotes y un carácter sumamente contradictorio. También la forma de ascender al trono fue irregular; lo consiguió gracias a la ambición ilimitada de su madre, que no vaciló en envenenar a Claudio. Para conservar el poder, Nerón se vio obligado a ase­sinar a su hermanastro y a su madre. A su lado se alzaba, como constante amenaza a su poder, su hermanastro, el joven Británico, hijo de Mesalina y Claudio, y heredero legal al trono. Nerón inauguró su reinado con el asesinato de Británico. Luego, la imperiosa Agripina trató de dominar a su hijo, no menos imperioso, y de convertirlo en un instrumento entre sus manos. Una idea fija domina a Nerón: escaparse del control de su madre. Sus favoritos le animan en sus propósitos. Su segundo crimen es el cobarde asesinato de Agripina. Ahora gobierna solo, pero se siente obstaculizado por Séneca y Burro, que lo habían educado y deseaban guiar sus juveniles pasos. También los aleja, pero ahora se enfrenta con la hostilidad y el desprecio de los que le rodean. Las clases dirigentes de la sociedad se le oponen silenciosa pero tenazmente. Comienza un reinado de terror y la matanza de to­dos los que Nerón considera contrarios a su persona y a sus métodos de gobierno. El principado conserva su fuerza, pero aho­ra incita sentimientos de repugnancia y horror. El creciente disgusto suscitado por las extravagancias de la corte fortaleció a la oposición que, por una vez tuvo el valor su­ficiente no solo para morir sino también para asestar con valentía un golpe. Nerón, cuyo único apoyo era la guardia pretoriana, nun­ca se presentó ante los ejércitos en las provincias y las legiones estaban descontentas. La oposición aprovechó este hecho. Los ejércitos se hallaban informados de la conducta de Nerón y de los flagrantes ataques a la tradición romana, en especial de su pasión por el teatro, sus presentaciones en escena y su marcada preferencia por los griegos en detrimento de los romanos. Los generales con mando efectivo en el ejército, en su condición de legados del Emperador, ejercían poderosa influencia sobre las tro­pas. La rebelión armada contra el Emperador comenzó en Galia. Los rebeldes querían entronizar a cualquiera que quisiera seguir el camino señalado por Augusto. Ya no podían soportar por más tiempo al tirano, al "señor y dios". El nuevo gobernante no dejaría de ser constitucio­nal, porque estaría estrechamente relacionado con el Senado. El estandarte de la rebelión fue enarbolado por Vendex en la Galia. Las legiones de Germania aplastaron ese movimiento, por consi­derar que se dirigía contra Roma y no contra Nerón; pero tam­poco esas legiones deseaban que Nerón continuara reinando. Al final, el Emperador se vio obligado a suicidarse.




Surgió entonces el problema de la sucesión. ¿Quién iba a res­taurar la "libertad" que el tirano había suprimido, una persona nombrada por la guardia pretoriana o el comandante de un ejér­cito provincial? Al principio, pareció que prevalecerían las pro­vincias. Cuando Virginio Rufo, comandante de las legiones de Germania, se negó a reinar, el ejército de España proclamó empe­rador a Galba, y tanto los otros ejércitos como el Senado aceptaron la elección. Pero cuando se presentó en Roma, los pretorianos lo eliminaron, por temor a la pérdida de sus privilegios, y pusie­ron en el trono a Otón. Las legiones destacadas en Germania se rebelaron y proclamaron emperador a Vitelio. Éste se dirigió hacia Roma y venció a los pretorianos en las llanuras del norte de Italia. Pero entonces aparece un cuarto candidato, T. Flavio Vespasiano, nombrado por los ejércitos de Oriente. El ejército del Danubio se declaró en su favor y destronó a Vitelio. Vespa­siano vino a Roma y, gracias a su experiencia, sangre fría y firmeza, pudo fundar una dinastía que duró un tiempo considera­ble. Así acabó el año 69 d. C, el año de los cuatro emperadores.

La atmósfera que rodeaba a estos príncipes se hallaba im­pregnada, sin duda alguna, de culpa y crimen.
Todos esos emperadores no sólo temían a sus rivales per­sonales, sino también los intentos del Senado para reafirmar de nuevo su poder. El Senado continuaba siendo una institución te­mible e impresionante; no se puede negar que algunos senadores todavía alimentaban la esperanza de recobrar su antigua posición, pero es indudable que, en tanto cuerpo, no hizo nada para preparar esa resurrección. Unos pocos confiaban en que algún día llegaría a recobrar su fuerza, pero la mayoría era escéptica y no dio un solo paso en ese sentido. Sin embargo, los gobernantes estaban tan inquietos que cualquier signo de oposición en el Senado se exa­geraba enormemente y cada conspiración, real o imaginaria, mo­tivaba una matanza sistemática de los más eminentes miembros de la aristocracia. De ese modo, las más nobles familias se fueron desvaneciendo, una tras otra, de la escena y llevaron consigo los sueños de restaurar la antigua constitución con el Senado a la cabeza.

Actividades:

¿Cómo podrías resumir el reinado de Tiberio? ¿Fue el primer sucesor al trono de Augusto? ¿A quién sucedió?
¿Por qué despertó Calígula el odio entre la población?¿Cúanto tiempo duró su reinado?¿Qué clase de parentesco tenían Claudio y Calígula? ¿Y Claudio de Nerón? Por se caracterizó el reinado de Claudio y Nerón. Explica cuáles son los hechos más característicos de esta dinastía.

BÁRBARA

viernes, 26 de marzo de 2010

Cayo Julio Cesar Octaviano


Nació en Roma el 23 de septiembre del año 63 a. C era sobrino-nieto de Julio César. Recibió el nombre de su
Padre, Cayo Octavio Turino, quien pertenecía a la clase adinerada de los equites, se desempeñaba como gobernador en Macedonia. Falleció cuando su hijo tenía solo 4 años.
Al igual que su hermana mayor Octavia Turina Minor, el pequeño Octavio quedó bajo la tutela, del pretor Lucio Marcio Filipo, descendiente del rey Anco Marcio, quien se casó con la madre de Octavio y tres años después asumiría como Cónsul.
A la edad de 15 años es nombrado Pontífice. Julio César le solicitó que se una a sus fuerzas en la lucha contra Pompeyo. El 13 de septiembre de ese mismo año, Julio César lo nombró su heredero, adoptándolo, ya que carecía de descendencia, permaneciendo el testamento en secreto. Logró llegar junto a su tío abuelo, en junio del año 45 a. C, luego fue víctima de un naufragio, cuando ya Pompeyo había sido derrotado.
Mientras Octavio se hallaba en Apolonia (actual Albania) en campaña militar, Julio César murió, asesinado por una conjuración, el 15 de marzo del año 44 a. C. Los principales acusados de la muerte de Julio César huyeron.
Octavio regresó a Italia, para ocupar su posición de poder, que había heredado, y hallando la oposición de Marco Antonio, se alió entre otros con Cicerón, que querían mantener los privilegios de ese organismo

Cicerón pronunció las “Filípicas” discurso contra Marco Antonio, que quería llegar a un acuerdo con Décimo Bruto. El Senado fue convencido de mandar un ejército encabezado por Octavio y los cónsules para luchar contra Marco Antonio, el que fue derrotado en dos batallas, cerca de Mutina. A pesar de la victoria, esas luchas costaron la vida de los cónsules, y el ejército quedó liderado por Octavio, quien obtuvo el Consulado por la fuerza,
Convertido en Cayo Julio César Octaviano, l de que el pueblo ratificase su adopción, logró contar, para luchar contra Marco Antonio, con la colaboración de los plebeyos y los ejércitos italianos. Lépido se unió a Marco Antonio

Cumplido el objetivo de vengar la muerte de Julio César, al ser derrotados Casio y Bruto en Filipos, fueron recuperadas las provincias orientales y el Imperio fue repartido entre los triunviros
En el año 40 a. C, Marco Antonio se casó con Octavia, hermana de Octavio, con quien tuvo dos hijas, pero a quien abandonará cuatro años después para retornar junto a Cleopatra.
Sexto Pompeyo, hijo del asesinado Pompeyo, rival de César, gobernaba Sicilia y Cerdeña, colocando a Roma en una situación de desabastecimiento, con respecto al trigo. Llegado a un acuerdo con Sexto Pompeyo, en el año 39 a.C. se le otorgó el dominio sobre esos territorios y sobre Acaya y Córcega, a cambio del compromiso de no suspender los envíos de trigo hacia Roma Este acuerdo fue roto por Octavio, tres años después, cuando en alianza con Marco Antonio, derrotó a Sexto Pompeyo, quien fue asesinado.
Lépido quien había recibido los territorios de África y Sicilia debió devolverlos acusado de traición en el año 36 a. C., siendo destituido como triunviro.
Marco Antonio dado a los lujos orientales, fue acusado por Octavio, dando a conocer el testamento secreto de aquel, por el cual designaba sucesores a sus hijos habidos de la unión con Cleopatra, y la intención de variar la capital imperial, instalándola en Alejandría.
Octavio logró derrocar a Marco Antonio el 2 de septiembre del año 31 a. C en la batalla de Actium. Octavio se convirtió en líder de todo el Imperio Romano. Siendo designado Cónsul renunció a sus poderes ante el Senado. Sin embargo tres días después se llegó a un acuerdo entre el Senado y Octavio, por el cual éste conservó el Consulado hasta el año 23 a. C. Las provincias se dividieron en senatoriales, las que gozaban de paz, y las imperiales, donde Octavio tenía potestad proconsular, en las que estaban radicadas las tropas.
El Senado le otorgó el título de Augusto, que asignaba a su persona un carácter sagrado, el de Príncipe, o primero entre sus iguales, lo que le adjudicaba un cierto matiz republicano, ya que era un ciudadano también, y la imposición de una corona de roble y laurel. Sus poderes llegaron a su máxima expresión en el año 19 a. C., cuando adquirió el cargo de Cónsul vitalicio y el de Censor. Confeccionaba el censo y controlaba la moral pública.Entre las funciones judiciales están las siguientes: intervenía en asuntos tanto civiles como penales. En las civiles, actuaba como apelació, y en las penales, tanto en primera como en segunda instancia.
Adquirió el poder militar en Roma en el año 13 a. C., y realizó una reestructuración de la Guardia Pretoriana. Un año más tarde, al morir Lépido quien había resguardado su cargo de Pontífice Máximo, lo adquirió para sí. Fue denominado Padre de la Patria en el año 10 a. C.Durante su mandato conocido como el de la Pax Romana, Roma se embelleció, se protegió a los artistas, se rebajaron los impuestos, y mejoró la seguridad. La ley de los romanos, su idioma y sus costumbres se extendió a todo el imperio.
Para contribuir al poblamiento de Roma, castigó a los solteros y recompensó a quienes
Tenían mayor número de hijos

Redujo los miembros del Senado, dejando a aquellos que no tuvieran ningún cuestionamiento moral
Augusto falleció en Nola, el 19 de agosto del año 14, habiendo dejado dos herederos, Agripa y tiberio. El primero falleció víctima de una conspiración y el imperio quedó en manos de Tiberio. A un mes de su deceso, el emperador Augusto, fue elevado al rango de Dios.

CARLOS